martes, 9 de enero de 2007

El arte de escribir. Las reglas básicas (II)

• Encontrar las palabras que más placer nos produzcan o más significaciones nos provoquen para constituirlas en componentes de una imagen.

• Apelar a nuestros sentidos diferenciando aromas, sabores, sonidos, observaciones y sensaciones táctiles de todo tipo para incluir en nuestra lista para constituir imágenes.

• Dividir un objeto en el mayor número posible de piezas que lo componen para jugar con ellas en un texto, llamando al objeto por el nombre de algunas de esas piezas o partes.

• Inventar situaciones, personajes, conceptos que nos permitan transgredir las funciones del lenguaje.

• Reunir todo tipo de géneros y discursos y a partir del contraste entre dos de ellos para constituir una narración: noticias periodísticas, telegramas poemas, diálogos escuchados al pasar, etcétera.

• Analizar todo tipo de palabras buscando la mayor cantidad de explicaciones posibles en torno a ellas nos aporta material para un texto o nos permite, directamente, constituir el texto.

• Inventar imágenes inexistentes, con mecanismos similares a los productores de frases hechas, y desplegarlas literalmente en un texto.

• Tomar una idea conocida y asombrarse frente a ella como si nos resultara desconocida como método para conseguir material literario.

• Coleccionar refranes de distintas procedencias para trabajar con ellos en un texto.

• Inventar refranes y jugar con su sentido literal.

• Prestar atención a los episodios cotidianos, y convertir cada mínimo movimiento ocurrido en un espacio común -un bar, el metro, un edificio, la playa- en un episodio capaz de desencadenar otros muchos.

• Elegir momentos a distintas horas del día y describir todo lo que sentimos y lo que sucede a nuestro alrededor, más cerca y más lejos.

• Inventariar palabras a partir del alfabeto y crear entre ellas un itinerario, el esqueleto de una historia.

• Tomar todo tipo de secretos: un "secreto de familia", un "secreto de confesión", "el secreto de estado", "el secreto profesional", como motores de un texto.

• Hurgar en nuestro mundo interior, rescatar de él algún aspecto que no nos atrevemos a expresar y ponerlo en boca de un personaje.

• Confeccionar una lista de afirmaciones y otra de negaciones como posible material para un texto en el que se omita algo específico.

• Invertir el mecanismo lógico: secreto/confesión, es una manera de enfrentar la ficción. En consecuencia, partir de una confesión para luego inventar el secreto.

• Emborronar folios durante diez minutos exactos cada día. Al cabo de cada mes (y por ninguna razón antes) leer lo apuntado. Dicha lectura constituirá una grata sorpresa par su autor. Dado que escribió asociando libremente, el material acopiado será heterogéneo y muy aprovechable para ser transformado en texto literario.

• Contar lo diferente y no lo obvio de cada día.

• Trazarse un boceto de escritura "en ruta" y atrapar las ideas susceptibles de ser incorporadas a nuestra futura obra.

• Recopilar anécdotas ajenas y apropiarse de algún detalle de cada una o de su totalidad.

• Del intercambio de textos con otros escritores pueden surgir propuestas y comentarios reveladores.

• Imitar una página del texto de un escritor consagrado y comprobar el ensamblaje de las palabras.

• Rescatar a espontaneidad del niño. Jugar y crear con todo lo que se tiene a mano.

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