domingo, 18 de febrero de 2007

Caballeros (II)

Cayendo en desgracia.
Se ha dicho mucho del poder del ideal de caballería para controlar el destino propio y afrontar la vida. De hecho, se espera que el código, elegido libremente, sea seguido al pie de la letra, llegando incluso al extremo, como cargar contra el anciano dragón rojo con las manos desnudas sin ninguna posibilidad de vencer.
Sin embargo, como en algún momento el caballero tendrá la obligación de hacer algo parecido, él puede "caer en desgracia". Incluso un momento de debilidad puede suponerle al caballero perder su renombre. No puede estimarse qué cantidad de fallo en la confianza y fidelidad jurada supone el fracaso en comportarse honorablemente. Sin embargo, hay varios grados de fracaso, y no todos los fracasos suponen un terremoto interior para el caballero. En orden se detallan más abajo algunos de los castigos comunes en tales circunstancias, y el nivel de trasgresión que se requiere para recibir dichos castigos.

• Incidentes. Esta categoría incluye violaciones accidentales, inadvertidas, y descuidadas con consecuencias insignificantes. El caballero no se beneficia de este tipo de violación de ninguna manera y no suponen una amenaza a la seguridad de cualquier persona, ni directa ni indirectamente. Por ejemplo, dudar antes de entrar en una habitación oscura, equivocarse al devolver el saludo de un extraño amistoso o chocar contra la mesa de un extraño y derramarle una jarra de bebida en el regazo. Los castigos se limitan a disculparse ante alguien afectado por sus acciones, así como ante todo el que haya presenciado la indiscreción.

• Pérdida del honor personal. Esta categoría incluye violaciones serias de la verdad y los dictámenes, incluyendo actos descuidados o accidentales que amenacen la seguridad de personajes no malvados. También incluyen actos intencionados que ofendan, decepcionen o engañen a personajes no malvados, pero no amenacen su seguridad. Un caballero que haya mostrado algo de cobardía en batalla o que haya ofendido a una dama, habrá sufrido una pérdida de honor personal. Habrá quedado marcado como espiritualmente impuro y este hecho se hará conocido en el reino muy rápidamente. Recuperarse de tales transgresiones a menudo supone tan sólo un ataque valiente en la próxima batalla o ser el campeón de dicha dama en un torneo próximo. Aunque la mancha en el honor no es permanente, las siguientes transgresiones al código, incluso si son consideradas menores, serán tratadas con menos tolerancia y pueden causar la pérdida del honor de la familia de uno mismo.

• Pérdida del honor familiar. La cobardía en el cumplimiento del deber que no lleva a la perderse la batalla o a abandonar a una mujer, son los hechos que incurren no sólo en los castigos comentados en la "Pérdida del honor personal", sino que también tienen efectos de larga duración en el honor de la familia entera del caballero. Además de una violación flagrante de su moral, el señor protector del caballero está en su derecho de rechazar sus promesas de lealtad juradas por un personaje tan poco honorable. La devolución de las tierras, la congelación de las rentas, y el amargo rencor del pueblo en general son un castigo ejemplar para el caballero caído.
Algunos caballeros caídos eligen arrepentirse de sus pecados realizando una gran hazaña, o entrando en un monasterio donde, después de servir a su dios durante muchos años, se considera cumplida su penitencia. Otros caballeros, por contra, optan por renunciar al título por el que tanto habían luchado, sufriendo cambios más permanentes en su personalidad, y se convierten en caballeros errantes y solitarios.

• Pérdida del Honor Real. En este caso, los crímenes del caballero son más severos. El caballero ha huido del campo de batalla, desmoralizando a sus tropas al punto de cambiar el curso de la batalla, o ha hecho daño o calumniado a una dama de noble cuna.
Además de todos los castigos descritos en la pérdida de honor personal y familiar, es posible que el caballero y toda su familia deban huir para siempre del reino, declarados enemigos del país y, si se arriesga a regresar, el caballero puede acabar en prisión o ejecutado. Sólo algo como salvar a la hija del rey de las garras del peor de los malvados puede lograr que un caballero caído recupere sus tierras. Por defecto, como no ya tienen señor a quien servir no tierras que representar, todos los caballeros así se convierten en caballeros vagabundos. La enseña familiar se convertirá en señal de desconfianza y deshonor que le perseguirá durante el resto de sus días.

• Aborrecibles crímenes. Esta categoría es la más seria porque tales hechos no suceden accidentalmente, sino que son premeditados y por ello más despreciables. Usando nuestros ejemplos en progreso, esta vez el caballero ha dirigido las tropas de su señor a una emboscada, cambiando de bando y asesinando a sus propios hombres, o bien el caballero ha capturado, pedido rescate o incluso matado a la propia hija del rey. Hasta ahora, todos los castigos eran para los que faltaban al código por vez primera. Aquí se paga con la vida del criminal. Se proclama su destierro, aunque no es necesario porque seguramente el culpable ya huyó después de su hazaña. Sus enseñas atraerá a cazarrecompensas y a los leales caballeros que deseen vengar la afrenta, hasta que el maldito sea capturado y llevado ante la justicia.
Un caballero así es la peor clase de vagabundo, un Caballero Negro, y es el tipo de individuo con el que están hechos los grandes villanos de la caballería.

Un caballero culpable de una violación del código puede tener que someterse a la Ceremonia de Deshonor además de al castigo. Normalmente, las Ceremonias de Deshonor acompañan a castigos por odiosos crímenes que afectan a oficiales de la iglesia o el gobierno, pero también pueden ser utilizadas con transgresiones menores.
Una Ceremonia de Deshonor típica requiere que el caballero culpable aparezca ante uno o más representantes de su gobierno o iglesia. Cuanto más serio sea el crimen, mayor será el rango del oficial que preside. Para alentar la vergüenza del caballero, la Ceremonia de Desgracia a menudo se oficia ante una audiencia en la plaza de la ciudad u otro foro público con el caballero acusado de pie en una tarima a la vista de todos.
La ceremonia comienza con el oficial presidente declarando los crímenes del caballero. El oficial castiga al caballero por su traición a su Código de Ennoblecimiento, y entonces anuncia la pena. Por una violación menor, el oficial puede pedir una de las armas y la destruye arrojándola a una hoguera o mellando la hoja. Por una trasgresión muy grave, pueden verse humillaciones más elaboradas. Además de destruir una de las armas del caballero, el oficial puede solicitar que el caballero entregue cada una de las piezas de su armadura. El oficial arroja cada pieza a la hoguera o tiene un ayudante golpeando las piezas con un mayal hasta hacerlas inservibles. El oficial puede abofetear la cara de un caballero, rociarlo con un cubo de basura, o arrancar bruscamente su cabello hasta que sólo quede un mechón. Finalmente, el oficial despoja al caballero de su nombre; el caballero debe llamarse de otra forma a partir de ese momento.
A lo largo de la ceremonia, el caballero debe permanecer en silencio. Hablar durante la Ceremonia de Deshonor puede ser considerado como una nueva violación, y requiere un castigo adicional.

Ocasionalmente, un caballero puede cometer una violación del código de tipo irrelevante o incidente (puede tener pensamientos impuros con una atractiva sirvienta o murmurar un insulto sobre un enemigo odiado). En tales casos, el caballero es libre de castigarse a sí mismo y elegir su propia pena; disculpas a los compañeros afectados, con promesas de que el acto cometido no será repetido, un voto de silencio, un diezmo, donación o servicio especial por el que el caballero no aceptará compensación alguna,...

Los Edictos.
Los edictos incluyen órdenes, instrucciones, y tradiciones que el caballero se ha comprometido a seguir, normalmente impuestos por el patrón. El caballero debe seguir los edictos al pie de la letra; se los toma tan en serio como cualquier otro elemento de su código.
Ocasionalmente, los edictos de diferentes fuentes pueden entrar en conflicto. Por ejemplo, la iglesia de un caballero puede establecer un edicto que choca con un edicto de su gobierno. En la mayoría de los casos, los edictos religiosos tienen prioridad sobre los edictos de otras fuentes.

• Religión y filosofía. Si el caballero pertenece a una religión organizada, la iglesia probablemente será la mayor fuente de edictos. Los edictos de la iglesia abarcan obligaciones espirituales, restricciones de comportamiento, y requisitos de servicios. Las filosofías también pueden tener sus propios edictos, impuestos por los impulsores de la filosofía o por el propio caballero. Una deidad también puede establecer edictos directamente al caballero, apareciéndose en sueños o como un avatar.

• Gobierno. Un caballero que ha jurado lealtad a un gobierno debe seguir sus edictos, como realizar el servicio militar, donar el uso de su fortaleza para un propósito legítimo del gobierno (albergar soldados, entretener invitados del gobierno, almacenar víveres, y así), guardar un objeto o persona en particular (el caballero asume toda responsabilidad de la seguridad del objeto o persona), emprender una cabalgata, un viaje largo con el propósito de escoltar dignatarios, entregar mensajes, o explorar nuevo territorio, representar al gobierno en un torneo de justas u otra prueba de habilidad, aparecer en un banquete del estado u otra función ceremonial,...

• Mentor. Un caballero que no tiene ataduras con una religión organizada suele escoger seguir los edictos de un mentor. Un mentor puede ser cualquier profesor, sabio o anciano a quien el caballero respete; a menudo, el mentor es el modelo de conducta del caballero o la persona que lo instruyó en filosofía. Un grupo u organización también puede ser calificado como mentor. Así, realizar regularmente test programados que midan la inteligencia o la integridad. Por ejemplo, el mentor puede emprender con el caballero discusiones filosóficas sobre la naturaleza del mal o las obligaciones de la amistad, cuidar del mentor en su vejez, inculcar las ideas del mentor a un joven acólito de la elección del mentor (y convertirse, a su vez, en mentor).

• Cultura. A menos que contradigan los principios del gobierno o la religión, un caballero puede escoger seguir los edictos de su cultura. Los edictos culturales se alzan de las tradiciones establecidas hace largo tiempo de una tribu, región, o raza en particular, y como tal, raramente cambian. Los ejemplos incluyen casarse a una cierta edad, siempre hacer una reverencia (hombres y mujeres) a los extraños y ancianos, considerara la vida de los animales igual a la de los hombres. Un caballero que siga este edicto nunca come carne, ni caza a un animal por deporte o comida, y sólo mata a un animal para protegerse a sí mismo o a aquellos que juró defender.

• Familia. Los edictos familiares derivan de la tradición, obligaciones a los parientes, y los deseos de miembros concretos de la familia. Los edictos pueden ser establecidos por los padres o los abuelos del caballero, o por un consenso de todos los miembros vivos de la familia.
Si un caballero no ha jurado seguir los edictos de su familia, sus obligaciones hacia ellos no son distintas de sus obligaciones con otros. Los edictos familiares típicos incluyen desde visitar el cementerio familiar una vez al año en un día designado hasta mantener la tradición de no dañar nunca a un animal determinado o donar un porcentaje fijo de sus ingresos a la familia.

La caballería para los no guerreros.
Hasta ahora, el término de "caballería" y "caballero" han sido usado sin apenas conflictos pero, estrictamente hablando, cualquiera puede ser caballero, ya que la caballería es un rango otorgado por el rey (o su equivalente) sobre aquellos que han realizado para él o para el país un gran servicio que merezca su reconocimiento. Aunque tales ocasiones son muy frecuentes en los guerreros en tiempos de guerra, es posible para cualquier personaje convertirse en caballero. Por ejemplo es muy conocido el caso del mago Nago de Valira, un humilde herbalista que defendió las murallas de la ciudad con ardor y ayudo a rechazar una horda de dragones negros, motivo por el cual recibió el título de caballero por parte del Señor de la ciudad y aún hoy, ciento cincuenta años más tarde, se le recuerda con el nombre de Sir Nago, el Matadragones.
Todas las personas elevadas al rango de caballero añaden el prefijo "Sir" o "Lady" a sus nombres. Equivocarse en saludar a un caballero de la manera adecuada es un insulto que lleva muchas veces a un duelo. Además, el rango es hereditario. Esto es, los herederos de un caballero pueden reclamar el título cuando muera. Los caballeros no guerreros es probable que no reciban castillos en posiciones estratégicas para defender al reino pero, sin embargo, pueden ser encargados del control de una ciudad, recibiendo un lote de tierras, ¡o incluso el cargo de consejero en una corte!

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