Vamos a ver una serie de herramientas imprescindibles que el escritor ha de tener sobre la mesa de trabajo. Escogeremos unas u otras dependiendo del momento del proceso de creación, pero siempre las hemos de tener desplegadas, preparadas para su uso inmediato. Y, si alguna vez surge el bloqueo, habrá que volver sobre ellas, verificar qué pieza se ha atascado, limpiarla o cambiarla por otra nuevecita... y volver a empezar.
Herramientas técnicas.
- Recursos narrativos: a lo largo de las próximas lecciones iremos viendo muchos de estos recursos, como el punto de vista del narrador, el personaje, el diálogo, etcétera. Es fundamental que el escritor los maneje con soltura, pues son los elementos que le permitirán dar forma -la más precisa y adecuada- a sus historias. Un punto de vista equivocado puede dar al traste con el mejor argumento y la omisión de un diálogo empobrecerá la escena más colorida.
No obstante, no hay que obsesionarse con las técnicas narrativas. Cuando uno empieza a conocerlas, se sorprende al descubrir un cúmulo de engranajes y cuadros de mando donde antes sólo veía palabras e historias que le aburrían o le divertían, que le enseñaban o le entretenían. No se puede estar pensando en las herramientas narrativas mientras uno escribe, porque el proceso de la escritura requiere otra parte del cerebro: la creativa, la loca, la que es capaz de propiciar la asociación libre de ideas y un ritmo fluido. Pero estudiar este tipo de técnicas (la mayoría de las cuales se suelen aplicar, por otra parte, de modo intuitivo) servirá, por un lado, para que su asimilación sea más rápida. Pero, sobre todo, habréis de acudir a ellas en el proceso de revisión. En ese momento nuestro cerebro analítico y racional ha de estar funcionando a todo gas, y será entonces cuando podamos aplicar este u otro recurso a las partes más flojas, y decidir si las técnicas usadas en cada momento son las que dan el mejor resultado.
- Recursos estilísticos: recursos estilísticos serían la empatía, el tono, la naturalidad, etc. No hay que andar pensando en estas herramientas mientras escribimos, pero deben permanecer desplegadas junto al papel, para usarlas en el momento de la corrección.
El modo en que usamos el lenguaje, la elección de un adjetivo u otro, el ritmo del discurso, la calidez y la sonoridad de las palabras son elementos que marcarán de forma decisiva la historia que contemos.
Herramientas temáticas.
En estos próximos artículos veremos las herramientas temáticas dentro de los utensilios del escritor.
Aunque se suele decir que temas hay miles, la realidad es que las posibilidades son bastante limitadas. Las herramientas temáticas que hemos de tener desplegadas a la hora de contar una historia se reducen, de hecho, a dos: el mundo exterior y el mundo interior.
Búsqueda exterior; búsqueda interior. Observaremos en la vida diaria a las personas que nos rodean, reteniendo e interpretando sus actos, adivinando sentimientos, deduciendo inclinaciones... Atenderemos también, volviendo los ojos hacia nuestro interior, a todo lo que hemos vivido, amado, resucitaremos caras ya olvidadas, el roce del sol en la primavera del 82, la tienda de chucherías frente a la que tanto pataleamos por una gominola de fresa...
No hemos de olvidar, sin embargo, que lo que pretendemos es contar historias, así que la observación ha de ser selectiva, y no una búsqueda ciega e inabarcable. Debemos escoger sólo aquello que sirva a nuestras narraciones.
Tanto lo que observemos en el mundo como lo que encontremos en el baúl de nuestra memoria, hay que cribarlo con mentalidad artística. No vale la pena plasmarlo tal cual. Hemos de recrearlo, revivirlo y transformarlo, construir con todo ello algo nuevo.
Herramientas físicas.
Por último, y para terminar de abarrotar nuestra mesa de trabajo, no hay que olvidar esos objetos y situaciones que propiciarán nuestra escritura y nos ayudarán a desarrollarla. A saber:
- Un espacio de trabajo silencioso y, a ser posible, solitario. Si nuestro marido o nuestros hijos andan mirando cada cinco minutos por encima de nuestro hombro, difícilmente podremos desinhibirnos lo suficiente para escribir buena literatura.
- Una serie de diccionarios prestos a consultarse ante cualquier duda. Aquellos que serán de especial utilidad al escritor son: un diccionario ideológico, un diccionario de sinónimos y antónimos, un buen diccionario de uso y el de la RAE.
- Material diverso de consulta. La documentación para un relato o novela puede salir de los más variados lugares. Nunca viene mal al escritor guardar todos aquellos papelitos, periódicos, recortes, diarios, libretas... que le llamen la atención o haya ido escribiendo.
- Internet. Otra herramienta tremendamente útil para quien escribe es Internet. Por medio de los buscadores se puede acceder desde a la expresión correcta de un nombre extranjero hasta a información sobre casi cualquier tema; desde a la solución de dudas lingüísticas hasta a citas o distintos registros del lenguaje.
En fin, aunque se supone que uno puede escribir en cualquier situación, sólo con disponer de un bolígrafo y un papel, la realidad es que el proceso de creación -si se desea que el producto final sea bueno- precisa la utilización de una serie de herramientas que apoyarán al talento, los conocimientos, la imaginación y la inteligencia del escritor.
sábado, 23 de febrero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario