• Los Picos Perdidos.
Estas dos pequeñas montañas en la zona nororiental del Bosque Verde marcan el lugar donde nace el río Verde, así como el hogar de duendes, dríadas y sátiros, instalados en sus laderas inferiores y en la foresta cercana.
Los rumores y leyendas sitúan en esta zona las Fuentes de la Memoria, en altas praderas y pequeñas cuevas cercanas a la cima de uno de los dos picos. Dichas fuentes son estanques mágicos que reflejan visiones del pasado (ya sea del pasado reciente, del pasado histórico o del pasado personal de aquél que observa la charca). Las aguas también supuestamente crean portales mágicos que permiten de forma instantánea viajar al lugar reflejado en su superficie, sin embargo no se aclara si ese lugar es alcanzado en el momento temporal que refleja la visión o en el presente en el que se encuentra el observador. Muchos no creen en esta leyenda y dicen que las Fuentes, si existen, deben estar situadas en un lugar más hermoso y atractivo que una oscura cueva.
• Milamir.
Milamir es el resto más completo de toda la civilización de Narleal. A menos de dos días de viaje del final del Camino del Unicornio (a tres días de viaje hacia el este desde los Picos Perdidos) se hallan las ruinas de la ciudad de Milamir. En la cumbre de la civilización de Narleal, esta ciudad albergaba cierto número de templos mayores y lugares de poder relacionados con la religión élfica.
Todos los edificios se hallan actualmente cubiertos por el musgo y la vegetación. El mayor edificio, el templo central, está situado en el centro de las ruinas. Con su cúpula central caída, sus muros de piedra son la única forma para el observador de hacerse una idea de la majestuosidad de la ciudad que una vez se erigió en este sitio. Desafortunadamente, Milamir no es hoy un lugar seguro para peregrinaciones élficas, puesto que el templo es ahora la guarida de una familia de dragones verdes. La hembra es rabiosamente paranoica en lo relativo a la protección de su camada frente a cualquier intruso, atacando a cualquiera que encuentre dentro de las ruinas de la ciudad.
• Norda.
Norda es una pequeña ciudad en los árboles. Se trata de una serie de casas construidas alrededor y en los troncos de los grandes árboles situados en el corazón del bosque. Consiste en aproximadamente unos 20 árboles y 30 edificios individuales conectados por caminos entre las ramas, puentes de cuerdas y enredaderas situadas entre los árboles, siendo el hogar de un centenar de elfos. Hay sólo una entrada a esta colonia desde
el suelo del bosque, fuertemente protegida, una escalera de caracol que asciende cien metros en el interior de un gigantesco abedul.
Estos elfos, más que vivir, conviven aquí con el bosque. Sus casas estan integradas en la misma naturaleza de una forma que no se puede apreciar donde termina lo uno y donde empieza lo otro. Parece que hubieran convencido al mismo bosque, a los animales y hasta a la luz para levantar allí una ciudad maravillosa en la que todos vivieran en paz y armonía. En esta ciudad élfica se pueden encontrar unicornios, pegasos, centauros, hadas, duendes e incluso ents entre la vegetación abundante, exuberante y colorista que llena todos los rincones de este asentamiento. Muchos de sus habitantes son nómadas que se mueven por el interior del bosque, refugiándose en este lugar durante el invierno.
Y la luz. Las brumas y nieblas que se arrastran desde las montañas penetran en el interior, haciendo de la orientación en este bosque algo complicado incluso en los días más luminosos pero, sorprendentemente, la bóveda del cielo se extiende sobre el asentamiento élfico del bosque sin ningún impedimento. Las ramas de los árboles se extienden extrañamente hacia los lados de manera que la luz del sol llega hasta el mismo suelo, cubierto de verde hierba y abundantes flores de colores. Tales lugares en el bosque no son comunes debido a sus arboledas profusas y espesas, y quizás fue la perspectiva del cielo abierto lo que atrajo a los elfos a instalarse en este lugar.
Los elfos de Norda tienen unas normas muy severas. Los visitantes no suelen ser bien recibidos y los humanos que se adentran en su territorio son controlados con recelo hasta que abandonan sus límites. Son así para proteger y defender el mundo en el que viven de las agresiones a las que lo someten el resto de las razas pero sus escasas fuerzas, sin embargo, sólo pueden cubrir una pequeña fracción del bosque en un momento dado y por ello son muy prudentes y reservados con los extraños, no permitiendo la presencia en su territorio de otras personas que no sean elfos, druidas o amigos comprobados.
• El Camino del Unicornio.
Se trata de una carretera empedrada de unos 35 pies de anchura, construida por los elfos de Narleal siglos antes de su desaparición. Muchas de las piedras se hallan rotas o han desaparecido después de años de inactividad y falta de atención sobre esta vía de comunicaciones. Aún hoy, proporciona uno de los senderos más fáciles de utilizar para alcanzar el interior del Bosque Verde. Su peor zona se halla situada diez millas en el interior del bosque, en un punto donde la magia provocó un terremoto que dejó tras de sí un cráter de unos 50 pies de diámetro con el centro situado sobre la misma carretera, por lo que requiere de todo el que pase por aquí un rodeo a través del bosque circundante.
Hay un puesto de guardia situado en la intersección donde el Camino del Unicornio se cruza con el Camino del Pegaso. Su guarnición consiste en elfos procedentes de Norda; no menos de veinte guerreros en todo momento están presentes aquí, y al menos cuatro de ellos son también magos. Si los viajeros tienen un permiso para visitar Norda, serán escoltados por una pequeña fuerza.
El Camino del Unicornio finaliza gradualmente, pasando del pavimento empedrado a un desgastado camino durante unas cinco millas más. Después, el camino degenera convirtiéndose en un sendero que sólo puede ser recorrido a pie, para finalmente morir en un pequeño claro.
• Las Cataratas de Cristal.
Un sendero para animales conduce a las espectaculares cataratas de Cristal. Considerada una de las localizaciones naturales más bellas e idílicas existentes, a juicio de todos los que han tenido la oportunidad de contemplarla, sus múltiples caídas de agua divididas en varios niveles muestran la belleza que resulta de la naturaleza virgen. Las brumas y el agua de las cataratas suministran la humedad necesaria para permitir el crecimiento de una vegetación exuberante en las llanuras y riscos que rodean este lugar. Ver la salida de la luna en esta zona mientras se divisa un unicornio en la cima de alguno de sus riscos es considerado una bendición de buena fortuna.
Las leyendas hablan de una entrada oculta tras las torrenciales aguas de las cataratas que conduce a las tumbas de la realeza Narleal. En verdad, las tumbas fueron saqueadas mucho tiempo atrás, y solamente algunas partidas de cazadores usan las cavernas que se hallan tras las cataratas como guaridas.
• Los Montes de la Luna.
Cerca del centro del Bosque Verde y de las tierras del Padre de Todos los Árboles, los majestuosos Montes de la Luna se elevan sobre la foresta que los rodea, normalmente envueltos en bruma y nubes, impidiendo la visión de los picos a excepción de unos pocos días al año.
Los Montes de la Luna son una curiosidad casi inaccesible. Las leyendas de los antiguos elfos insinúan alguna clase de secreto inescrutable, aunque muchos creen que los elfos conocen la verdad que se oculta tras ellos. De lo que se sabe es que las criaturas voladoras que no sean tan poderosas como al menos un dragón, no pueden vencer los constantes y normalmente fieros vientos que se desatan en la zona.
• El Monolito de Piedra.
Un monolito de piedra negra corona el altar de este túmulo ancestral. Un anillo de menhires envuelve este lugar, espaciados entre sí unos diez pies y coronados por dinteles que unen las piedras formando dos anillos pétreos irrompibles de columnas cubiertas.
Los nativos del bosque consideran este túmulo un lugar sagrado. La magia lanzada en los límites del anillo interior se ve sorprendentemente potenciada.
• Los Árboles Altos.
Los Árboles Altos, una pequeña zona situada al noreste del bosque, es así llamada porque en ella se ubican probablemente los más viejos árboles de la región. Se elevan por encima del resto de los árboles del bosque como lo hacen los gigantes de las colinas ante los humanos, y sus troncos son los más anchos que pueden verse en todos los Reinos Brillantes (exceptuando los que acompañan al Padre de Todos los Árboles).
Los Árboles Altos dan cobijo a cerca de dos docenas de druidas de distintas razas y procedencias que habitan el lugar. Ellos se encargan de cuidar los árboles como un granjero cuida sus campos, atendiendo su estado de salud y retirando de sus ramas los excesos de animales.
El líder de la comunidad se encuentra preocupado por dos de los más viejos robles de la zona, localizados en el centro de Árboles Altos. Aparentemente estos dos árboles se están muriendo, por lo que algunos druidas planean transformarse para reemplazarlos tras su muerte, aunque aún no están muy seguros de cómo pueden llevar a cabo dicha acción.
Los Árboles Altos se ha demostrado inmune al fuego en muchas ocasiones. Además, ha sufrido algunos ataques organizados por parte de los orcos, pero los druidas siempre han gozado de ventaja gracias al conocimiento del terreno y sus conjuros, lo que ha hecho fracasar las intentonas de los orcos (intentonas que han pasado a ser mucho menos peligrosas desde el inicio de la campaña militar de los enanos de Thorbardin contra esta raza humanoide).
• El Paso de Piedra.
Antiguamente el camino más rápido para alcanzar las Montañas Grises desde el Bosque Verde, este paso se halla actualmente bloqueado por una gigantesca avalancha iniciada por los gigantes de la región. El tráfico comercial se ha visto obligado a dirigirse hacia el sur, al paso abierto por los mismos gigantes que han cerrado el Paso de Piedra.
Poco más puede decirse de este extenso bosque en el que las bestias y la magia le hacen tan temible. Pese a los sucesos de Las Forestas Lejanas una calma relativa parece haberse instalado en el bosque, pero no obstante los peligros son todavía suficientes para hacérselo pensar a todo aquél que decida cruzar las fronteras de esta gran foresta.
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