domingo, 21 de septiembre de 2008

Chamanes

Desde edades largo tiempo pasadas, determinados individuos afortunados tienen una unión especial e irrompible con los espíritus de la naturaleza y, cuando se habla de sociedades primitivas, es inevitable referirse a una figura clave dentro de su entramado vital: el chamán, la voz de los espíritus. En este artículo intentaremos realizar una aproximación a sus rasgos principales, sus funciones y sus habilidades, primero desde un punto de vista realista y luego tal y como podría usarse en un juego de rol.

El chamán en las culturas de los Reinos Brillantes es un individuo al que se le atribuye la capacidad de modificar la realidad o la percepción colectiva de ésta, de manera que no responden a una lógica causal. Esto se puede expresar finalmente, por ejemplo, en la facultad de curar, de comunicarse con los espíritus y de presentar habilidades visionarias y adivinatorias. Cada tribu, raza y región tiene chamanes distintos, con habilidades diferentes y que responden a dioses independientes. Así, por ejemplo, en las regiones del Norte, las Regiones Frías, son depositarios de sabiduría que han recibido su don por herencia, ocasionalmente por vocación, pero exige pasajes de iniciación, consistentes en largos ayunos, retiros y viajes místicos. Suelen ser elegidos por familias y posteriormente por los espiritus, y deben someterse a un riguroso entrenamiento. Entre sus funciones están comunicarse con los espiritus para corregir los errores de la comunidad a la que pertenecen, por lo cual también restaurar la armonía entre el hombre, su mundo espiritual y el mundo fisico.

Rasgos distintivos.
La imagen del chamán está asociada a las pequeñas comunidades tribales, fuertemente unidas a la naturaleza. En estas comunidades las funciones del chamán pueden ser muy variadas. Puede dedicarse a ayudar en la caza, ejercer las funciones de sanador o asistir en los partos. Pero sin duda, la función principal de chamán es establecer un puente, una vía de comunicación e interacción entre el mundo espiritual y el mundo material. A través de esa conexión obtiene sus poderes y puede realizar con éxito sus ritos. En general todos estos cometidos sólo tienen un fin, y es mantener el equilibrio, tanto exterior como interior (en cuerpo y alma), de la tribu.
Debido a esa unión tan estrecha con su gente, que es lo que le da su razón de ser, es raro encontrar al chamán separado de los suyos. Pocas son las posibilidades de que abandone su comunidad, salvo en busca de conocimiento, como paso previo a su iniciación, o que habiendo ya servido durante años en su tribu, ceda su puesto a un chamán recién iniciado. En cualquier caso, nunca olvidará a dónde pertenece y acudirá sin dudarlo en los momentos de necesidad.
Aunque el chamanismo puede considerarse equivalente a un sacerdocio, una gran diferencia es que no existe una organización chamánica propiamente dicha. Los chamanes de diferentes zonas pueden reunirse, pero la jerarquía entre ellos se establece según el poder de cada uno, y únicamente se expresa mediante el respeto, no con obediencia.

Indumentaria y objetos sagrados.
Al chamán se le llama de muchas maneras, según el lugar donde se encuentre. Puede ser un médico brujo, un hechicero o un hombre santo, pero tenga el nombre que tenga, en general mantiene las mismas características en todas partes. También se repiten una serie de objetos o herramientas que utiliza para su labor, como pueden ser el instrumento musical (normalmente un tambor), el atuendo, las pinturas rituales, la máscara y el pectoral o amuleto de protección.
El tambor en su forma tradicional se construye con una tira estrecha de madera, curvada hasta que tiene forma circular. Sobre ella se coloca una piel tensa de animal, que el chamán hará sonar con una baqueta fabricada de hueso y metal. El sonido rítmico que se extrae de él es el que propicia, junto con el canto y el baile, el entrar en estado de trance. Para favorecer ese estado normalmente también se toman sustancias alucinógenas naturales.
El atuendo, la máscara y las pinturas identifican al chamán, tanto en este mundo como en el otro, y le permiten utilizar sus poderes y comunicarse con los espíritus. Su fuerte conexión con el entorno que le rodea hace que habitualmente se usen pieles de animales o se reproduzcan algunos de sus rasgos en los diseños. Recordemos por ejemplo las imágenes tradicionales de chamanes con cornamentas de ciervo o máscaras de jaguar.
El pectoral suele ser un disco de bronce u otro metal pulido, y en realidad lo que representa es la defensa del chaman frente a los espíritus y su capacidad de luchar con ellos. Se trata de un amuleto, y no tiene por qué tener necesariamente esa forma para cumplir su función.
Otros objetos mágicos pueden ser sacos con huesos o semillas secas, que sirven para ayudar en las tareas adivinatorias. También son muy comunes los ungüentos, emplastos, pócimas y bebedizos, orientados a curar todo tipo de males, del cuerpo o de la mente. Hay que tener en cuenta que para el chamán lo que cura no es sólo la hierba o raíz que se toma, sino el espíritu beneficioso que se asocia a ella.

El mundo de los espíritus.
El centro de los rituales chamánicos es el trance. Casi se puede decir que todo gira en torno a ese momento: lo anterior es una preparación y lo posterior es interpretación y aplicación práctica de lo que se ha experimentado. Al trance se llega por medio de una elaborada ceremonia que puede llegar a durar unas tres horas, y en la que se utiliza el canto, el baile y drogas de diversos tipos.
En el estado de trance el chamán no pierde la conciencia, sino que ésta queda alterada, permitiéndole acceder al plano espiritual y contactar con entidades naturales, dioses, familiares ya fallecidos... De esta comunicación obtiene sus poderes y revelaciones. En esta fase tiene especial importancia el animal mítico con el que se identifique el chamán, que puede cumplir varias funciones, por ejemplo servirle de guía en el otro mundo o protegerle mientras se encuentra en un momento tan vulnerable en el mundo real. El animal aparecerá merodeando alrededor del lugar donde se celebre el ritual, y será reconocible por alguna característica especial: por ejemplo, si el tótem de la tribu es un lobo o un oso, un ejemplar de mayor tamaño de lo normal o con una mancha blanca en la frente se verá por las cercanías mientras el chamán se encuentra en trance.
Estando ya en el “otro lado” el chamán llevará a cabo su misión. Puede intentar realizar alguna pregunta a espíritus mayores y más sabios, pedir favores para su tribu, intentar ver lo que ocurrirá en el futuro. Las revelaciones se darán de forma confusa y velada, para que él las interprete gracias a su sabiduría y las transmita a su pueblo. El chamán también puede combatir con demonios que estén haciendo enfermar a alguien, que hayan invadido un lugar hasta convertirlo en maldito o que amenacen de cualquier forma a la tribu. En estas confrontaciones espirituales el chamán puede resultar herido física y psíquicamente, viéndose obligado a romper el trance. Por el contrario si vence y logra imponer su autoridad a los espíritus será respetado por ellos y le temerán y obedecerán tanto en este mundo como en el otro.
Tras muchos años, el chamán puede llegar a ser tan poderoso que no exista para él la distinción entre mundo material y espiritual, viendo más allá de la realidad sin necesidad de entrar en trance y dominando a espíritus menores sin esfuerzo.

- Mundo Superior: En él habitan los Espiritus Mayores, antiguos sabios y héroes de tiempos inmemoriales, así como dioses y fuerzas naturales. Es un lugar bastante seguro donde aparte de estos espíritus poderosos también habitan numerosos espíritus inferiores.

- Mundo Inferior: Los espíritus son aquí más salvajes y poderosos. Es un entorno hostil donde habitan los Demonios, almas corrompidas por el Mal que odian a los seres vivientes.
Al Mundo Superior se suele acceder para obtener información, realizando preguntas que los espíritus responden en forma de augurios. Al Mundo Inferior se acceder para realizar exorcismos o capturar espíritus (aunque se puede realizar en cualquiera de los dos Mundos, en el Inferior son más poderosos).

Un chamán puede comunicarse con los espíritus si lleva su máscara. También puede intentar someterlo y ligarlo a su voluntad, aunque es un proceso peligroso, ya que conlleva realizar un Combate Espiritual con él y derrotarle. Un espíritu ligado está siempre bajo el control del chamán y debe obedecerle si éste le pide que use sus poderes mágicos. El espíritu sólo se libera cuando el chamán muere o lo desea conscientemente.

Runas.
Los chamanes suelen poseer la capacidad para grabar en la piel del receptor una Runa de Conjuro (ver el artículo dedicado a las Runas para mayor información), para que libere su poder en un momento establecido. Los tatuajes rúnicos duran más o menos tiempo en la piel dependiendo del poder del chamán. A pesar del nombre de “runas” los diseños pueden ser de todo tipo, normalmente reproduciendo motivos tradicionales de la tribu.
Antes de comenzar la ceremonia, el chamán explicará al receptor las condiciones de pago, que variarán según la persona, y normalmente no son simplemente monetarias. Se puede solicitar que se complete una misión, se recupere un objeto o cualquier otro tipo de búsqueda.
El chamán sólo puede grabar conjuros que conozca él o que conozcan sus espíritus ligados. Al grabar la Runa hay que indicar la parte del cuerpo y las condiciones bajo las que se activarán sus efectos. Una vez activada, funcionará como el conjuro del mismo nombre, desapareciendo del cuerpo al final de la duración establecida. Hay que tener en cuenta que las Runas pueden ser disipadas como un conjuro normal.
El siguiente paso tras realizar el tatuaje es determinar el tiempo que permanecerá activo. Una vez pasado ese periodo, la runa se desvanece, aunque no haya sido usada.
Hay casos especiales, ya que chamanes especialmente poderosos pueden hacer que los efectos de las runas estén activos de forma constante o también puede grabar la runa sobre otras superficies además de la piel, como totems, rocas, cortezas de árbol, y establecer condiciones para su activación. Es un método habitual de defender un territorio o lugares sagrados.

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