lunes, 6 de julio de 2009

Magia (XIV). Nigromancia blanca

Aunque parezca contradictorio, la escuela más oscura y tenebrosa de todas las artes mágicas que se practican en los Reinos Brillantes, la nigromancia, también tiene un lado luminoso conocido como la nigromancia o necromancia blanca. Lamentablemente es una disciplina mágica poco conocida, y muchos desconfían de todo lo que tiene que ver con la muerte y los muertos por simple instinto, de manera que dicha variante de la tradicional escuela necromántica de las artes mágicas es tan temida como su hermana oscura, su gemela opuesta.
Pero siendo estrictos la nigromancia blanca, no por ser un arte mágico de alineamiento luminoso, deja de cruzar líneas que sería mejor no cruzar, aunque con intenciones muy distintas de los nigromantes convencionales. Los muertos siempre se resienten y resisten de toda intrusión de los vivos en el mundo de los espíritus, y los vivos saben perfectamente que es mejor dejar en paz a los muertos y no perturbar su descanso eterno... pero los muertos sabían mucho cuando murieron, conocimientos que pueden quedar perdidos y olvidados si alguien no los rescata, y desde que murieron tienen la eternidad para pensar y conversar en su interminable aburrimiento del inframundo al que se han visto encerrados. Dicho conocimiento puede usarse para el bien o para el mal, y quienes acceden a este conocimiento para aprovecharlo en causas nobles en lugar de en beneficio propio son los nigromantes blancos.
La disciplina de la nigromancia blanca aprovecha algunos de los principios que rigen la nigromancia para obtener beneficios, crear en lugar de destruir, sanar en vez de enfermar. La nigromancia blanca abraza a la magia de naturaleza benigna o benéfica e incluye entre sus hechizos aquellos que restablecen y fortifican el cuerpo vivo o la fuerza vital a costa de los muertos y de los no-muertos, aquellos que recuperan el saber perdido de los muertos, aquellos que abren puertas entre el mundo de los vivos y de los muertos, aquellos que destruyen a los no-muertos y los devuelven a su lugar de origen, aquellos que manipulan como herramientas a los muertos, a los no-muertos, a los espíritus, a las almas y a los fantasmas. Los nigromantes de alma negra, seres oscuros, manipulan, crean o destruyen la vida o la fuerza vital pero los nigromantes blancos no se acercan a la vida para extraer de ella su jugo vital sino sólo para devolverlo, para reanimar a lo inanimado, para curar al enfermo. También se cuentan entre sus labores la de conducir a las almas errantes, perdidas en el plano material, hasta el mundo de los espíritus. Son una versión académica de los charlatanes espiritistas que se cuentan por centenares a lo largo de los Reinos Brillantes y que se dedican a estafar a los campesinos y a los ingenuos pueblerinos vendiendo su ficticia relación con el más allá mediante elaborados engaños que no tienen nada de magia.
Por desconocimiento, la nigromancia blanca está prohibida en algunos lugares y habitualmente desterrada de cualquier centro de aprendizaje de la magia, considerado como un arte que acerca demasiado la tentación al alumno, pues la línea entre la nigromancia blanca y la negra es muy fina y con facilidad un alma débil puede caer en el lado más oscuro de esta disciplina de magia arcana. Y los nigromantes blancos también son temidos por los comunes, pues sus poderes se encargan de manipular un material tan sensible como los espíritus de los muertos y las tenebrosas y antinaturales esencias de la no-vida, lugares desconocidos a los que el mago no debería adentrarse jamás. Es una evidencia que las artes nigrománticas son tabú en la mayoría de las sociedades de los Reinos Brillantes, por lo que los nigromantes, blancos y negros, procuran no difundir sus habilidades por cualquier sitio para evitarse innecesarios conflictos y enfrentamientos.
En cuanto a su aspecto y personalidad, al igual que sus gemelos oscuros, los nigromantes son personas retraídas, solitarias, pero a diferencia de ellos si muestran mucho interés en las ciencias de la vida como son la medicina, la química y la alquimia, o el herbalismo. Son artes curativas que complementan y completan su magia.
Curiosamente, aunque pueda parecer extraño, los nigromantes blancos y negros no se odian ni se desprecian ni se han declarado mutuamente ninguna mortal rivalidad. De hecho trabajan sobre los mismos materiales, y comparten componentes y hechizos. Con fines distintos, pero con los mismos medios, de manera que pese a declararse solitarios y reservados a veces coinciden y comparten sus conocimientos para resolver aquellos enigmas que no pueden desentrañar sin ayuda de sus mitades opuestas. Son paralelos, equivalentes, la imagen reflejada en el espejo. Unos dan vida a los no-muertos a partir de la fuerza vital de un ser vivo, y los otros restauran la vida a partir de la fuerza vital insuflada a un no-muerto. No hay enfrentamiento sino una lógica y entendida equivalencia.Lamentablemente conspirar con la muerte y con sus afines, aunque sea con intenciones benévolas, es una actividad de riesgo y una disciplina de la magia que enferma lentamente al cuerpo y al alma. Todos los nigromantes blancos son ya viejos decrépitos cuando no han llegado aún a la vejez, y su mente atormentada no suele acompañarlos sana y serena hasta el fin de sus días. Los nigromantes blancos suelen enloquecer y perder la razón muy pronto, incapaces de lidiar con la realidad del mundo espiritual, las almas y la vida después de la muerte, y la única luz brillante en una de las ramas más oscuras del arte, propia de razas caóticas y malvadas. Dicen que es muy enriquecedor aprender de los ancestros, y quizás sea un gesto heroico decidir invertir el poco tiempo que se les ha sido concedido a los practicantes de las artes arcanas a una magia que los mata por dentro poco a poco. Por otro lado, quizás sea justo también buscar una mancha en su alma pura puesto que es bien sabido que no es el conocimiento el que mueve su interés por la nigromancia sino, en la mayor parte de las ocasiones, manejar a su antojo los hilos de la vida y la muerte.

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