martes, 24 de abril de 2007

El arte de escribir. El Diálogo

por (autor desconocido).

Convertido en materia prima por el teatro y después por el cine, el diálogo suele aparecer en la narrativa actual más como un escaso objeto de lujo que como lo que es: una herramienta de trabajo fundamental para crear ficciones.
Veamos ahora las distintas funciones del diálogo en la narración:

• Función informativa: la diferencia que más peso tiene entre el diálogo narrativo y el teatral (su antecesor) es la presencia o ausencia de narrador. En el teatro los personajes sólo se tienen a sí mismos para explicarse: sus palabras, sus gestos, sus acciones deben dar al espectador la información necesaria para comprender la historia que se cuenta.
Aunque es en el cine y en el teatro donde la función informativa del diálogo es más evidente, pues en la literatura el narrador puede hacerse dueño de ella, a veces el narrador se esconde tras sus personajes, les permite hablar, discutir, comentar, mostrarnos su historia. El narrador deja entonces de ser un dios para pasar a ser un mero ayudante de la acción que interviene sólo cuando es indispensable; nos guía hacia uno u otro lugar de la escena y cuida del decorado, pero es casi tan espectador como nosotros.

• Avance de la acción: que la acción avance a través de los diálogos es también una importante función de éstos, sobre todo en aquellos relatos en que los hechos deben sucederse con rapidez. Las palabras han de hacer avanzar la acción, han de ser capaces de producir movimientos anímicos que modifiquen el curso de los acontecimientos en un sentido determinado. Es esta una de las funciones más importantes del diálogo.

• Función estilística: esta función es llamada por la crítica moderna principio de los vasos comunicantes. Veamos cómo la define Vargas Llosa:
Consiste en fundir en una unidad narrativa situaciones o datos que ocurren en tiempos y/o espacios diferentes, o que son de naturaleza distinta, para que esas realidades se enriquezcan mutuamente, fundiéndose en una nueva realidad distinta de la simple suma de las partes.
Quien por primera vez utilizó esta función del diálogo fue Flaubert en Madame Bovary, en la famosa escena de la feria rural. Flaubert consigue crear un efecto hilarante al unir los ímpetus amorosos de Rodolfo y Madame Bovary con los ecos que llegan de la feria rural. Esta feria es una farsa electoral, y las promesas de Rodolfo -como se demostrará luego- son también una farsa. El lector sabe lo primero pero desconoce lo segundo. A través del trenzado de los dos diálogos Flaubert pone en aviso al lector y toma el pelo a sus enamorados.

• Función escénica: recordemos que las escenas son esas zonas del relato en las que el narrador, una vez presentada la situación, se retira para dejar a los lectores asistir directamente, sin intermediarios, a los acontecimientos. Escuchamos entonces, en muchas ocasiones, la voz de los personajes, acompañada sólo por puntualizaciones que el narrador deberá seguir haciendo acerca del tono, los gestos, los movimientos.

La aparición de diálogos sirve para mostrar directamente a los personajes, para crear escenas a las que el lector pueda asistir directamente. Suelen emplearse en las zonas importantes del texto, en aquellos momentos que requieren una visión más detenida de los sucesos o una dramatización.
Tanto si son presentados de manera clara y directa como si aparecen insertados en el texto de modo en apariencia caótico, los diálogos suponen siempre un respiro para el lector. Además, hacen coincidir el instante de la lectura con el tiempo de la acción: escuchamos y vemos a los personajes en vivo.
A continuación, algunos trucos para construir buenos diálogos:

- El diálogo debe ser dinámico: Un diálogo no debe consistir en la alternancia monótona de preguntas y respuestas. La réplica de un personaje a otro no tiene por qué ser la respuesta a esa pregunta.
- Los diálogos no deben decirlo todo: Como nosotros en la vida real, los personajes no siempre se lo cuentan todo ni han hecho voto de absoluta sinceridad; al menos no todos los personajes. Es normal que haya reticencias entre ellos a confesar íntegramente lo que piensan. Esta falta de información de los unos acerca de los otros puede llegar a complicar muy positivamente las tramas de las historias, e incluso a completar su sentido.
- Diálogo contrapunto: A menos que estemos realizando el guión para un culebrón, debemos tener en cuenta que nos hace falta un nivel de comunicación donde no se hable del problema en sí (del amor, del odio, etc.) a través de elementos que lo reflejan. No necesitamos que los personajes hablen directamente del conflicto para que el lector sepa qué ocurre. Con este truco podremos conseguir también juegos humorísticos o satíricos (por ejemplo, una escena de cama donde la pareja hable de horticultura, consiguiendo que un segundo sentido sexual emerja de esa situación).
- El problema del dijo: Él dijo, ella contestó, él explicó... son latiguillos cuyo uso, si el diálogo es largo, debe dosificarse. Ahí van dos trucos para evitarlos: sustituir los dijo por acciones; Sustituirlos por descripciones de estados de ánimo o pensamientos de los personajes que indiquen quién habló o hablará.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este es un problema que todos los escritores novatos tenemos; el asunto de los dialogos.

Gracias por estos tips.