martes, 25 de septiembre de 2007

Caballeros (VII). El Ethos

Ponte de rodillas.
No tengas miedo al encarar a tus enemigos.
Se valiente y recto para que Dios te quiera.
Di siempre la verdad aunque te cueste la vida.
Protege al indefenso y no hagas ningun mal.
Ese es tu juramento. ¡Levantate caballero!


• Los caballeros son luchadores.
Están especializados en la guerra. Aunque pueden tener gran variedad de habilidades sociales, se espera que dominen las aptitudes básicas del combate cuerpo a cuerpo. Sobre el campo de batalla deben aterrorizar a los oponentes inferiores; las tropas regulares suelen huir antes que enfrentarse a un contingente de caballeros.

• Los caballeros son una élite.
Son superiores en el combate, y también en alguna otra faceta que les distingue, ya sea mental, física o social. En algunas culturas pueden ser considerados superiores por nacimiento pero en otras es necesario entrenarse para unirse a una orden particular que ofrezca este título. En todos los casos, deben tener cualidades qe los hagan mejores que sus semejantes, por las cuales la gente acudirá a ellos en momentos de dificultad.

• Los caballeros están organizados.
Son una élite porque son una fuerza disciplinada, de profesionales altamente entrenados. Esta organización hace que sean una fuerza temida tanto física como políticamente.

• Los caballeros siguen un código.
Tal como hemos visto siguen un conjunto de reglas comunes que los hace más respetables ante los demás y los capacita para impartir justicia.

El Ethos.
El conjunto de principios que estructura la vida del paladín y regula su comportamiento se llama ethos. Aunque un ethos comprende las leyes de la sociedad, llega mucho más lejos, incorporando categóricos edictos espirituales y morales para formar un ideal ético. El ethos de un paladín define sus actitudes, da forma a su personalidad, e influencia virtualmente cualquier decisión que él tome.
Aunque una ideología de guía no es, ciertamente, única a los paladines, el ethos del paladín es complejo, incluyendo una larga lista de directrices y es inflexible, requiriendo una absoluta dedicación. La violación del ethos tiene severas consecuencias, desde reprimendas hasta suspensiones de privilegios. Las violaciones extremas pueden desembocar en una pérdida total del status y la desaparición permanente de todas sus habilidades especiales.
Aún así, el paladín considera su ethos como un privilegio, no como una carga. Para él, toda conducta tiene una calidad moral. Toda acción es una elección entre lo correcto y lo incorrecto. Con orgullo justificable, el se considera la encarnación de las más altas cotas del comportamiento humano.
En todos los casos, las limitaciones de un paladín y sus principios esenciales tienen prioridad sobre las limitaciones establecidas por cualquier institución social.

• Religión y filosofía.
Si el paladín pertenece a una religión organizada, la iglesia probablemente será la mayor fuente de edictos. Los edictos de la iglesia abarcan obligaciones espirituales, restricciones de comportamiento, y requisitos de servicios. Las filosofías, también, pueden tener sus propios edictos, impuestos por los impulsores de la filosofía o por el propio paladín. Una deidad también puede establecer edictos directamente al paladín, apareciéndose en sueños o como un avatar.

• Gobierno.
Un paladín que ha jurado lealtad a un gobierno debe seguir sus edictos. Algunos ejemplos: realizar el servicio militar, donar el uso de su fortaleza para un propósito legítimo del gobierno (albergar soldados, entretener invitados del gobierno, almacenar víveres,...), pagar una tarifa o tasa una vez, financiar temporalmente los servidores de una fortaleza, guardar un objeto o persona en particular (el paladín asume toda responsabilidad de la seguridad del objeto o persona), emprender una cabalgata, un viaje largo con el propósito de escoltar dignatarios, entregar mensajes, o explorar nuevo territorio, representar al gobierno en un torneo de justas u otra prueba de habilidad, aparecer en un banquete del estado u otra función ceremonial.

• Mentor.
Un paladín que no tiene ataduras con una religión organizada suele escoger seguir los edictos de un mentor. Un mentor puede ser cualquier profesor, sabio o anciano a quien el paladín respete; a menudo, el mentor es el modelo de conducta del paladín o la persona que lo instruyó en filosofía. Un grupo u organización también puede ser calificado como mentor. Edictos posibles: realizar regularmente pruebas programados que midan la inteligencia o la integridad (por ejemplo, el mentor puede emprender con el paladín discusiones filosóficas sobre la naturaleza del mal o las obligaciones de la amistad), cuidar del mentor en su vejez, inculcar las ideas del mentor a un joven acólito de la elección del mentor (en efecto, un paladín se convierte en un mentor para otra persona).

• Cultura.
A menos que contradigan los principios del gobierno o la religión, un paladín puede escoger seguir los edictos de su cultura. Los edictos culturales se alzan de las tradiciones establecidas hace largo tiempo de una tribu, región, o raza en particular, y como tal, raramente cambian. Los ejemplos incluyen: casarse a una cierta edad, siempre hacer una reverencia (hombres y mujeres) a los extraños y ancianos, considerar la vida de los animales igual a la de los hombres (un paladín que siga este edicto nunca come carne, ni caza a un animal por deporte o comida, y sólo mata a un animal para protegerse a sí mismo o a aquellos que juró defender).

• Familia.
Los edictos familiares derivan de la tradición, obligaciones a los parientes, y los deseos de miembros concretos de la familia. Los edictos pueden ser establecidos por los padres o los abuelos del paladín, o por un consenso de todos los miembros vivos de la familia.
¿No eligirían todos los paladines seguir os edictos familiares automáticamente? No necesariamente. La familia de un paladín puede no ser de alineamiento legal bueno. El paladín puede ser huérfano y no tener conocimiento de su familia. Las familias agradables pueden no desear cargar al paladín con sus problemas. Si un paladín no ha jurado seguir los edictos de su familia, sus obligaciones hacia ellos no son distintas de sus obligaciones con otros. Los edictos familiares típicos incluyen: visitar el cementerio familiar una vez al año en un día designado, mantener la tradición de no dañar nunca a un animal determinado. (por ejemplo, si un oso se sacrificó para proteger a la hermana pequeña del paladín de un dragón, el paladín puede jurar no dañar nunca a los osos), donar un porcentaje fijo de sus ingresos a la familia.

• Actividades Rutinarias.
Incluso cuando un paladín no está llevando a cabo un edicto, haciendo la guerra, o embarcado en una búsqueda, hay un montón de cosas para mantenerlo ocupado. Algunas actividades comunes son descritas abajo. Por supuesto, no todos los paladines se ocupan de todas estas actividades. Un Caballero probablemente pase más tiempo que un Paladín Errante haciendo cumplir las leyes. Una Adoradora puede disponer varios días de una semana para reclutar nuevos miembros para su iglesia, mientras que un Cruzado puede tener prohibido por su fe hacer cualquier tipo de proselitismo.

• Hacer cumplir las leyes.
Obligado a eliminar el mal, un paladín siempre está en guardia ante los quebrantadores de leyes, interviniendo cuando ve un crimen en desarrollo. Los actos abiertamente malvados a menudo se encuentran con un castigo rápido; el paladín simplemente mata al culpable en el acto. En sociedades donde incluso los crímenes más viles deben ser juzgados en una corte de justicia, los paladines se refrenan de tomarse la justicia por su mano, y en lugar de eso ceden al sospechoso a las autoridades apropiadas para su procesamiento.
Hacer cumplir la ley concierne más que combatir a los criminales. Un paladín disgrega a grupos de camorristas antes de que empiecen los disturbios y escolta a los borrachos a sus casas. Se deshace de arma ilegales y otro contrabando. Intercepta a caballos asustados, trata a las víctimas de accidente, y reúne a los niños perdidos con sus padres. Incluso puede poner en orden la basura vaciada ilegalmente.
Mientras que la mayoría de los paladines hacen cumplir la ley como una cuestión de principios, algunos paladines tienen autoridad cedida por sus señores para actuar como policía local. A los paladines autorizados se les asigna unas horas de patrulla regulares, normalmente después de oscurecer cuando ocurren la mayoría de los crímenes. Los paladines patrullan áreas designadas a pie o a caballo, observando a los extraños, interrogando a los personajes sospechosos, y con un ojo puesto en los problemas. Pueden ser autorizados para llevar a cabo arrestos, poner multas, o incluso para realizar ejecuciones en el acto. Los paladines autorizados normalmente sólo tienen jurisdicción dentro de los límites de su comunidad o reino, aunque pueden solicitar la extradición de criminales perseguidos que han buscado refugio en otras tierras.

• Estimular la moral.
Un paladín aprovecha cada oportunidad para estimular y promover el comportamiento ético. Respalda el comportamiento legal bueno aceptando las buenas acciones de los ciudadanos ordinarios, expresando su aprecio en reuniones privadas o ceremonias públicas. Da sermones, participa en debates, y organiza grupos de debate, todo con la intención de persuadir a otros del beneficio de la vida moral. Se presenta a sí mismo como una modelo a seguir para los jóvenes, deslumbrándolos con historias de sus hazañas y exponiendo la gloria de una carrera pasada al servicio del gobierno o iglesia. Un paladín también se muestra dispuesto para asesorar, ofrecer consejo a los apurados y guía a los confusos.

• Entrenamiento.
Un paladín entrena continuamente su mente y su cuerpo, centrándose en las habilidades militares. Rompe lanzas contra muñecos rellenos usando un método llamado estafermo. Mantiene duelos con varios oponentes con espadas envueltas en trapos. Se familiariza con todo tipo de armas, incluyendo las improvisadas a partir de rocas, ramas, y objetos naturales; con práctica, un paladín puede construir una honda útil de un trozo de tela y una tira de cuero en cuestión de minutos.
La mayoría de los paladines sufren una rutina diaria de ejercicio físico. Llevando la armadura completa, un paladín puede subir la falda de una montaña llevando una oveja o becerro. Con un peso asegurado a su espalda, puede intentar nadar la longitud de un lago. Escala paredes, trepa por cuerdas, lucha con otros guerreros, y hace carreras a campo traviesa.
Su sistema también incluye el ejercicio mental. Puede memorizar largos pasajes de las sagradas escrituras o traducir la poesía en varios idiomas. Puede diseccionar el cadáver de un animal para estudiar anatomía o criar un jardín para aprender botánica. Un guardabosques amigo puede enseñarle como rastrear un animal; un marino experimentado puede enseñarle como gobernar un barco.

• Mantenimiento.
Un paladín mantiene su equipo en las mejores condiciones. Conserva su escudo y armadura pulidas y libres de óxido. Las abolladuras son arregladas, los arañazos son pulidos, el deslustre es eliminado. Las hojas son enderezadas, endurecidas al fuego, y luego afiladas en piedras de amolar. La ropa, también, recibe una atención meticulosa. Un paladín normalmente lava a mano sus vestiduras en agua fría, estrujándolas (más que retorcerlas) antes de tenderlas al sol para que se sequen. Remoja su ropa interior en un barreño lleno de carbonato sódico y ceniza de madera, y luego los apalea sobre una roca. Los abrigos y capas pueden ser ventilados con vapor dejándolos en una habitación cerrada con una marmita de agua hirviendo. Las sillas de montar, botas, cinturones, y otros objetos de cuero deben engrasarse y encerarse.

• Quehaceres de la corte.
Los modales impecables de un paladín, su espectacular apariencia, y reputación genuina le hace un invitado altamente apreciado en los banquetes, recepciones, y otros actos ceremoniales. Algunos aceptan tantas invitaciones como su agenda les permite, particularmente las de los compañeros y dignatarios. La negativa puede ser interpretada como un insulto.
A menudo, su asistencia se resume a poco más que la de un vestido de escaparate, con sus superiores aprovechando la ocasión para mostrarlo como un trofeo. Un paladín resiste estos eventos con gracia, recontando sus historias de guerras a lores y damas consentidos mientras escucha sus aburridos comentarios.
Un paladín con frecuencia representa a sus superiores en los actos de otras tierras. Recita panegíricos en los funerales y es testigo de los bautizos. Asiste a las bodas, fiestas de cumpleaños, y ceremonias de confirmación de los aristócratas extranjeros. También entrega documentos y mensajes que son demasiado importantes para confiar en los heraldos.

• Responsabilidades militares.
Incluso cuando no está en guerra, un paladín con responsabilidades militares tiene mucho que hacer. Si reside en una fortaleza, debe prepararse para los ataques del enemigo fortificando las paredes con planchas de metal, ensanchando el foso, y cavando trincheras. Deben asegurarse amplios suministros de comida, agua, munición, y medicina. Puede conducir instrucciones para asegurarse de que sus tropas responden rápidamente y de forma coordinada en los asaltos sorpresa. Consulta con ingenieros y tácticos para determinar que partes de la fortaleza son más vulnerables. Entrena a los arqueros para disparar a ciegas, en prevención de un ataque hecho con niebla o en una noche sin luna.
En el terreno, el paladín conduce las patrullas de reconocimiento dentro del territorio enemigo para reunir información. Lidera a sus tropas en ejercicios prácticos para acostumbrarles a moverse por los pantanos, desiertos, y otros entornos hostiles. También puede conducir experimentos militares con animales, usando a los elefantes cooperativos como animales de carga, entrenando banderlogs como infantería, bulettes encantadas como armas de asedio.

• Torneos.
Un torneo es una serie de juegos ceremoniales que les dan al paladín y a otros guerreros la oportunidad de practicar sus habilidades de combate, impresionar a la ciudadanía(impulsando consecuentemente su reputación), y quizás incluso ganar un poco de dinero. Aunque diseñados como un entrenamiento, los torneos no están exentos de riesgo. Una mala actuación puede costarle el honor al paladín. Una actuación desastrosa puede costarle la vida.
Los legisladores y terratenientes adinerados patrocinan torneos para entretener a sus socios y elevar la moral de la comunidad. Los torneos también les dan la oportunidad de hacer ostentación de su riqueza de un modo socialmente aceptable. Los mensajeros y heraldos son contratados para correr la voz de los torneos venideros, los cuales suelen atraer a participantes desde cientos de kilómetros.
Una atmósfera similar a la de una verbena predomina el día del torneo. Banderas de colores ondean sobre los graderíos atiborrados de espectadores. Los soldados pasean por campos con su brillante armadura. El aroma del cerdo asado y las verduras cocidas flota en el aire. Los mercaderes venden muñecos de paladines y otros llamativos recuerdos. Las abuelas chismorrean, los niños alborotan, y los tahúres establecen apuestas discretas.
Los eventos del torneo incluyen duelos a espada, concursos de tiro con arco, y justas. En una justa típica, dos paladines montan sus caballos en esquinas opuestas de un campo abierto, y entonces alzan sus escudos y lanzas. Al sonido de la trompeta del árbitro, cargan. Cada uno intenta desmontar al otro de su caballo. Si ninguno tiene éxito, regresan a sus posiciones iniciales y lo intentan de nuevo. El ganador se enfrenta a otro oponente en el siguiente round. Aquel que haga caer a más oponentes durante el día gana el certamen.
La victoria trae el honor tanto al paladín como al señor al que representa. El paladín también puede ganar un premio modesto. La derrota, sin embargo, significa la desgracia, y una actuación pobre y deliberada es considerada una violación del ethos. Si el paladín ha elegido una dama u otra persona a la que abanderar, la victoria asegura una impresión favorable. La derrota trae la humillación, y la persona abanderada puede que rehuya al paladín desde entonces. Si una actuación pobre insulta a la persona abanderada, esto puede considerarse una violación del ethos.
Aunque los contendientes utilizan lanzas romas y son advertidos de que deben comportarse como caballeros, las justas frecuentemente acaban con un daño serio y a veces fatal. Incluso una lanza roma puede dar un golpe mortal, particularmente cuando lo asesta un paladín sobre un caballo de guerra cargando a máxima velocidad. En ocasiones, a un paladín derribado de su montura se le enganchará la espuela en un estribo; la montura confundida puede arrastrar al desventurado paladín a la muerte.
Un contendiente perdedor puede no tomarse la derrota donosamente, atacando al vencedor con una espada o garrote. Se sabe que tales ataques han disparado disturbios a gran escala, dando como resultado docenas de heridos antes de que los soldados se las arreglen para dispersar a la multitud.

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