Las lagunas del argumento de una historia cerrada son más numerosas de lo que puede parecer. Sobre todo en los escritores emergentes. Y es que el argumento de una novela es una secuencia de acontecimientos, de manera que lo que sucede al final es el resultado de los incidentes precedentes que se han ido sucediendo a lo largo del relato. Con esta definición en mente, podemos establecer los pasos siguientes para evitar las lagunas más grandes.
• Ubicar detalles selectivos.
La exposición normalmente es fatal para la historia. No se tiene que contar todo desde el principio ni añadir tantos detalles que la historia quede enterrada en ellos. Si se ofrecen tantos detalles el lector puede tener una noción tan clara de lo que sucederá que deje de leer o bien se puede sentir tan abrumado por los detalles que tampoco vea clara la idea principal y, de igual manera, abandone el libro.
La técnica estriba en colocar pequeños detalles a lo largo del manuscrito.
En la mayoría de los textos encontraremos informaciones irrelevantes. Como escritor, se puede decidir cuando tres pistas pueden resumirse en una. Y lo que es más importante, se deben integrar estos pequeños detalles en la historia. La clave está en incluir estos pequeños detalles entre otros, sin darles tanta importancia como para que marque un camino claro, pero para que luego el lector pueda decir “No me han engañado”.
• Establecer la credibilidad.
La mejor manera de contar una mentira es variar sólo pequeños elementos de la verdad. Aunque se esté escribiendo fantasía, es importante que se establezcan explicaciones plausibles. La ficción depende sobretodo de que se ofrezca tanta credibilidad como el género demande (por ejemplo, los cómics no demandan tanta credibilidad como un libro de ficción serio).
La credibilidad también se obtiene mediante la verosimilitud, ofreciendo pequeños detalles en los que, sin importar lo peregrino del argumente, éste sea creíble.
En el siglo XIX los escritores empleaban gran cantidad de detalles para convencer a sus lectores de que su mundo era real. Actualmente, con un par de detalles bien escogidos es suficiente para establecer un argumento creíble.
• Relacionar los acontecimientos con las motivaciones de los personajes.
Si se le pide a un niño que describa el camino desde su casa hasta el colegio puede decir algo así como “Primero salimos de casa, vamos a la parada de autobús, pasamos por encima del río, nos bajamos del autobús y llegamos al colegio”. Su explicación suele ser una narración cronológica que encadena una serie de acontecimientos que no tienen ninguna relación si exceptuamos la del paso del tiempo. Un argumento efectivo, en cambio, relaciona los acontecimientos con la causalidad, de manera que cada uno es el resultado inevitable del anterior.
Un método poderoso para conseguirlo es partir de las motivaciones de los personajes principales de una historia. Es conveniente preguntar cual es el objetivo principal del personaje. Mientras el lector busque la manera de que el personaje consiga obtener sus objetivos, el escritor, como planeador del argumento, debe oponer cada vez mayores obstáculos a sus logros. Un héroe con una motivación fuerte siempre ofrecerá más causalidad al argumento.
• Evitar los finales milagrosos.
Al final de los dramas griegos, solía bajar una deidad al escenario mediante una técnica llamada Deus ex Machina para solucionar lo que parecía demasiado complicado para la lógica humana. Actualmente este tipo de finales hacen que el lector se sienta totalmente decepcionado.
Anton Chejov dijo una vez que nunca se debe incluir una pistola en una historia a no ser que ésta deba ser disparada. La ley inversa también funciona. Si una pistola es disparada debe de haber aparecido antes.
Para decirlo claramente, los escritores deben poner suficiente información en sus manuscritos como para que, al llegar al final, éste sea lógico y coherente.
miércoles, 19 de marzo de 2008
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