• Realidades. Ejemplos de los Paisajes Imaginarios trasladados a la realidad: Películas.
El cine ha sido el arte moderno que más se ha acercado al mundo de los paisajes fantásticos. Hasta los años 90, la reproducción de lugares imaginarios en la pantalla grande se obtenía mediante sistemas escenográficos (como en el teatro, pero con mayor versatilidad) o mediante la búsqueda de lugares reales parecidos a los que se habían descrito en el guión (o en el libro en el que se basaba la película) gracias a la labor de los directores de fotografía.
A partir de los 90, con la introducción de sistemas informáticos de creación virtual, fue posible recrear lo que no existía mediante tecnología digital.
Un sistema que aún se mantiene y no ha sido desplazado por el ordenador, a diferencia de los falsos escenarios de cartón piedra, es el matte painting o las pinturas sobre mate. Este sistema consiste en pintar sobre las imágenes reales de paisajes, añadiendo o eliminando elementos a la composición, aunque hoy ya es una técnica mixta entre la fotografía, la pintura y la creación digital 3d.
Otro sistema similar para crear paisajes fantásticos en películas es el Matte, una técnica cinematográfica que se usa para cambiarle el fondo a una escena. Por ejemplo el chroma-key, el clásico sistema de filmar a los actores sobre un fondo azul (o verde) y luego cambiarlo por una imagen rodada previamente, o generada por ordenador. O pintada, en cuyo caso estamos hablando de Matte Painting.
El matte painting cinematográfico tiene numerosos ejemplos, desde sus inicios como arte hasta la industria más reciente, desde Citizen Kane (Ciudadano Kane, de Orson Welles) hasta Raiders of the Lost Ark (En Busca del Arca Perdida, de Steven Spielberg), y tradicionalmente era una técnica óptica (se pintaba en la superficie de un cristal que se interponía entre la escena y la cámara) aunque tiene su origen en un experimento de Brunelleschi en Florencia que merece la pena comentar:
En 1420, Brunelleschi presentó una innovadora técnica de pintura que aplicaba la perspectiva realista para dotar de profundidad al lienzo, algo que no se había hecho con anterioridad. Para su demostración, Brunelleschi pintó dos cuadros con el mismo tema, el Baptisterio de Florencia; en uno aplicó las tradicionales técnicas de pintura plana, mientras que en el otro aplicó la innovadora perspectiva albertiana. Luego le hizo un agujerito cónico al cuadro, exactamente en el punto de fuga. Cuando una persona se ubicaba en la puerta de la catedral y miraba al Baptisterio por el orificio por detrás de la pintura, con un espejo en la otra mano podía verificar que la imagen pintada correspondía exactamente al edificio real; para completar el efecto, coloreó con pintura metálica el cielo, de manera que el asombrado público pudo observar como las nubes reales se reflejaban y se movían empujadas por el viento sobre los edificios de aspecto realista.
Centraremos nuestra atención en tres películas concretas, merecedoras de numerosos premios y grandes elogios de público y crítica entre los que destacan los relativos a la adaptación de los paisajes fantásticos de las obras literarias que adaptaron: El Señor de los Anillos, El Mago de Oz y Alicia en el País de las Maravillas.
- El Señor de los Anillos (I, II y III).
Peter Jackson eligió Nueva Zelanda para rodar su trilogía de El Señor de los Anillos. El director norteamericano afirmaba rotundamente que era el lugar perfecto para narrar las aventuras de la Compañía del Anillo, la Tierra Media sobre la faz de la tierra. Esa era, sin duda, una afirmación ciertamente cuestionable si tenemos en cuenta que el humilde profesor de literatura británico que ideó el paisaje imaginario de la saga de la Tierra Media no pisó jamás tierra austral ni las colonias británicas allende los mares.
Así, cuando describe, por ejemplo, las negras tierras del oscuro Mordor sin duda nos está explicando un paisaje de tipo volcánico con una tierra muy ácida que no permite crecer prácticamente nada de vegetación, pero éste es un tipo de paisaje desconocido en el Reino Unido y que en Europa solamente podríamos encontrar en pocas zonas volcánicas, en la extraña Islandia o en alguna isla como Lanzarote o Santorini.
Es evidente que, a principios de siglo XX, cuando Tolkien imaginó su epopeya estos lugares que hemos mencionado ya eran conocidos por la población británica, ya habían sido descritos, dibujados, fotografiados, visitados, explorados y explotados, de manera que los paisajes imaginados de Tolkien para Mordor tal vez no fueran algo tan imaginativo como la luna de Melies y si una mera traslación de la descripción de un lugar real a un lugar fantástico.
Y, por cierto, incluso Nueva Zelanda era un territorio bien conocido por los británicos como enclave... aunque seguimos insistiendo que es demasiado aventurado relacionar esta tierra austral con la obra de Tolkien. Es decir, la película de Jackson eligió Nueva Zelanda para plasmar en imágenes El Señor de los Anillos de Tolkien pero bajo ningún concepto Tolkien eligió Nueva Zelanda como paisaje de referencia al escribir su obra.
“Ningún otro lugar del mundo se parecía tanto a la Tierra Media de los libros de Tolkien como Nueva Zelanda” (Peter Jackson, entrevista en El Dominical de El Periódico de Cataluña). ¿Nueva Zelanda? Aotearoa (en lengua maorí) es un territorio descubierto por exploradores españoles (Juan Jufré y Juan Fernández presentaron su descubrimiento a Felipe II,... si se puede considerar “descubrimiento” a revelar al mundo occidental la existencia de un lugar que ya tenía larga historia), puesto en el mapa por cartógrafos holandeses que remitieron a su tierra de origen (Zeeland, en la costa sur de los Países Bajos), fue un explorador inglés, James Cook, el primero en emplazar el territorio y preparar los primeros asentamientos británicos para que, en 1840 y mediante el engaño del Tratado de Waitangi pasó a convertirse en colonia.
El pasado colonial “british” de Nueva Zelanda pesa mucho, e incluso en la capital (Wellington) uno podría pensar que está en una pequeña ciudad de provincias de costa sur de Inglaterra. Además, la vegetación es espléndida y poderosa en este archipiélago. Virgen, majestuosa, rebelde. “Nueva Zelanda parece una tierra donde la mano del hombre no ha derrotado a la naturaleza” (Peter Jackson, entrevista en El Dominical de El Periódico de Cataluña).
Los paisajes neozelandeses -praderas, páramos, campos cultivados, bosques, tierras montañosas, cumbres nevadas, ríos, fiordos- reúnen una rara combinación de cualidades: por una parte, resultan vírgenes para las retinas de la mayoría de los espectadores, lo cual los capacita singularmente como escenarios de una historia fantástica; por otra, ofrecen la apariencia reconocible de un paisaje posible, “terrestre”, lo cual es sin duda una solución muy satisfactoria al problema de recrear el mundo tolkieniano, con su profusa diversidad de escenarios ficticios que al mismo tiempo resultan turbadoramente cercanos al imaginario colectivo.
Finalmente es conveniente comentar que la película anterior del director, Criaturas Celestiales, trató también de la narración de mundos imaginarios, en concreto la fantasía de dos adolescentes.
El Señor de los Anillos.
Título original: The Lord of the Rings
Dirección: Peter Jackson
Producción: Peter Jackson, Michael Lynne, Mark Ordesky, Robert Shaye, Bob Weinstein, Harvey Weinstein
Guión: Frances Walsh, Philippa Boyens, Peter Jackson
Reparto: Elijah Wood, Ian McKellen, Viggo Mortensen, Liv Tyler, Sean Astin
País: Nueva Zelanda
Año: 2001
Género: Acción, Aventura, Fantasía
Duración: 178 minutos
lunes, 2 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario