Las criaturas a las que los hombres llaman trasgos son moradores de la oscuridad, criaturas horribles y malvadas parientes lejanos de orcos y goblins. Algunas culturas civilizadas de los Reinos Brillantes incluyen erróneamente a los trasgos entre la familia de las criaturas faéricas y los confunden a menudo con duendes, pixies, leprechauns y korrigans, aunque son de una naturaleza muy distinta. Son, esencialmente, una raza malvada que disfruta con el dolor y la destrucción, aunque son cobardes y traicioneros durante el combate. Los humanos que comenten el error de tratar a los trasgos como seres mágicos de la familia de los traviesos duendes domésticos suelen pagar un alto precio por su confusión y terminan alimentando a las numerosas hordas trasgoides, que no hacen ascos a la deliciosa carne humana cruda.
Los trasgos comunes son semejantes a los orcos, aunque más pequeños y débiles. Criaturas de sangre negra, ojos rojos como brasas ardientes, carácter odioso y que se esconden de la luz del sol (aunque la soportan), su forma es achaparrada y encorvada, con los brazos largos y con las piernas zambas y delgadas. Poseen una gran boca con colmillos irregulares de color amarillento, lengua roja y gruesa, nariz y rostro chatos y estrechos. A diferencia de sus parientes menores, los goblins, no son de piel verde sino parduzca, casi gris, y por eso no se acostumbra a incluir a los trasgos entre las criaturas llamadas pielesverdes que abarca a orcos, goblins y snotlings.
Los trasgos son básicamente saqueadores despiadados, ladrones a los que les gusta tender emboscadas, siempre en hordas muy numerosas (su fuerza reside mucho más en el número que en el potencial individual), infligir todo el daño que puedan, robar todo el botín que sean capaces de llevar encima y huir a toda prisa del campo de batalla. En cuanto se encuentran en inferioridad, huyen despavoridos sin mirar atrás y abandonando a cualquiera en su camino. En general son bastante estúpidos y agresivos, aunque sigilosos y prudentes, versátiles, duros y con buena capacidad de adaptación.
Cuando, ocasionalmente, han unido sus fuerzas a ejércitos mayores, mientras los orcos y los goblins luchan y mueren en primera línea, estas ladinas criaturas construyen, mantienen y aseguran todo lo que es necesario para mantener a sus aliados más grandes y fuertes luchando. Constituyen el soporte de las tropas, sirven en los puestos de control, trabajan en las líneas de suministro, reúnen recursos y crean aquellos objetos necesarios para las continuas operaciones militares. No suelen entrar en el campo de batalla como una turba desordenada hasta que la contienda está decidida, para acabar con los últimos reductos de resistencia y obtener algo más que las migajas del botín que les correspondería, en comparación con su participación real en la lucha.
Los trasgos han demostrado también ser magníficos jinetes de huargos, temibles y feroces lobos malignos de gran tamaño que, en ocasiones, se alimentan de ellos. Estos trasgos excepcionales, considerados verdaderos héroes entre los de su raza, reciben el nombre de Jinetes de Lobos por parte de hombres y elfos precisamente por utilizar a los huargos como montura, como si fueran caballos, y formaban la caballería de las hordas de estas criaturas. La mayoría de los Jinetes de Lobos que sobreviven bastante tiempo, algo poco común por la corta esperanza de vida que tienen estos singulares guerreros trasgoides, suelen acabar liderando a los clanes de los trasgos y se conoce incluso el caso de uno de ellos que fue coronado rey de todos las tribus de trasgos del norte. Lamentablemente su reinado duró poco menos de una semana y la alianza entre clanes se rompió tan rápido como se había forjado.
Las tribus de trasgos suelen componerse de miles de estas pequeñas criaturas, que viven en constante enfrentamiento, peleas y luchas internas entre los clanes y las familias que forman sus ejércitos. Salvo el caso antes mencionado, los trasgos no han sido jamás capaces de unir sus fuerzas y superar sus diferencias para formar un único grupo reunido bajo un solo y temible estandarte.
La presencia de los trasgos es muy común en el Norte, en las regiones más frías de los Reinos Brillantes pero, donde hay diversos reinos de trasgos que amenazan a cualquiera que cruce o que habite cerca de su territorio. Como son una raza que se reproduce con gran rapidez, cuando alcanzan un número excesivo deben desplazarse hacia zonas habitadas, como una horda imparable de saqueadores sin piedad, para saciar su necesidad de alimento. Eso suele implicar que pequeños ejércitos organizados por las ciudades más cercanas, mercenarios y aventureros con sed de emociones se desplazan a las agrestes tierras fronterizas de los trasgos para ir eliminando regularmente todas aquellas criaturas que se aventuran más allá de las montañas, al sur, y que merodean por la campiña atacando caravanas de comerciantes, granjas y viajeros. En algunas ciudades del Norte se ofrece una moneda de oro por cada cabeza de trasgo, y algunos soldados retirados han amasado una verdadera fortuna cazando y eliminando la pujante amenaza trasgoide.
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